Aguadiosa
Susana Harp

Dicen que del tamaño del problema es el tamaño de la negación. Y si, desde niña escucho sobre el desequilibrio que le hemos causado al medio ambiente y una corrosiva costumbre permeaba por mi conciencia hasta que un día mi hijo, que en ese momento solo tenía tres años de edad empezó a poner sus ojos y su corazón en el mundo de los animales y las plantas. Emiliano incorporaba día tras día a su vocabulario y al mío, nombres de especies que en la vida había escuchado. Los libros, videos y programas de televisión sobre estos temas inundaron nuestra casa y desde los cuatro años ya decía: - mamá yo voy a ser “hepetologo”, - será herpetólogo, - si por eso, hepetólogo.

Desde hace dos años la vida me fue poniendo en el camino los elementos para que desde la música pudiera, a título personal, acercarme al tema de la biodiversidad. Entonces me entero que México es uno de los diecisiete países con más variedad de plantas y animales, que tiene prácticamente todos los ecosistemas que hay en la Tierra y que sobre éstos, se han desarrollado decenas de culturas. Qué especie tan afortunada somos, con tantas caras diferentes, tantas maneras de cantar, de bailar, de cultivar. 

Así nace Aguadiosa. Una idea que hace eco en mi corazón y va tomando forma. Al igual que los proyectos anteriores, el camino lo voy descubriedo. Me sumerjo, me abro a la seducción y es entonces cuando los milagros ocurren: aparecen los maestros, todo se torna maravilloso, apasionante y el compromiso surge como una respuesta natural y amorosa ante el regalo de la conciencia. En Aguadiosa, lloro, cantando, río, cantando, oro, cantando. Ojala que este trabajo sea una provocación ante el letargo, ante la cómoda moral, ante el consumo desmedido y la compulsión por acumular.